"El hombre nuevo es aquél que sabe luchar en el auge y en el repliegue, en la victoria parcial o en el revés temporal. Debe luchar, aún sabiendo que la victoria final no está próxima o que incluso no la verá. La lucha de los trabajadores exige no solo interpretar el mundo, sino transformarlo".
GERMAN CARO RÍOS

10/3/18

EDWIN CALLE ALATA: UNA NECESARIA SEMBLANZA.



Hacer política desde el sindicalismo no siempre resulta cómodo. Pero, es un deber ético hacer política en el terreno sindical, sobre todo cuando la historia nos coloca frente a escenarios de desigualdad y atropello contra los más débiles, los trabajadores. Ahí, hay que tener una posición, defenderla, discutirla, aun cuando no siempre tengamos que coincidir con otros. Al final, eso no es relevante, ni nos preocupa. Como el derecho, la economía y la filosofía y otros campos de la vida humana, la política no es, ni será ajena a la contradicción. Es también un campo de batalla.

Nos ocurren estas reflexiones a raíz de los siete años de la desaparición física del maestro y compañero Edwin Calle Alata. Conocí a Edwin en la Base del Dolores Cavero de Grau en el 2001, por aquellos años era el secretario general del SUTE Base. Sonriente en el diálogo, querido por sus alumnos. Tuvo la cortesía de recibirme en el colegio, al que llegaba merced a una reasignación, estrechándome la mano. Todo un maestro, educado, de buen trato.

No coincidí con Edwin en todas sus posiciones e interpretaciones acerca del proceso político, pero él respetaba mis ideas, mis criticas acerca de la manera en que se hacía sindicalismo por aquellos años. La unidad en la diversidad, principio sin el cual sería inentendible la tesis mariateguiana sobre el Frente Único. Desde ahí empecé a reconocer la plasticidad de Edwin para entender las discrepancias en un marco de mutuo respeto, es decir, su vocación para hacer política civilizadamente. ajeno al discurso sectario que condena a la liquidación moral y política a aquel que piensa diferente.

El aporte jurídico es clave en la lucha sindical, me dijo en una ocasión. Lo entendí al toque, recordando la noche en que el comité electoral me encomendó redactar la resolución que formalizó en el 2003 la victoria electoral de Edwin contra Patria Roja. Junto a él, la guardia histórica del glorioso SUTE 14 SECTOR, los cc. Leoncio Guevara Díaz, Felipe Torres Andrade, Haydee Suárez Bobadilla, entre otros.

Al margen de todo ello, coincidimos en algo fundamental, romper en definitiva con el sindicalismo burocrático, antidemocrático, torpemente partidarizado en el sindicato magisterial. Entendimos que tales prácticas, provenientes de esa izquierda troglodita, sin tradición democrática, reaccionaria, encaminaban sin freno al sindicato al desprestigio y divorcio del magisterio peruano. Barrer a Patria Roja del sindicato era necesario, fundamental e inevitable. El tiempo terminó dándole la razón.

Poco después, vino la gran tarea. Forjar el CONARE, fortalecer su presencia en Lima metropolitana, resistir la adversidad política, los agravios también, especialmente de quienes vieron a este primer esfuerzo de centralización clasista como al mismo demonio pro-senderista. Como máximo dirigente del Dolores Cavero de Grau, más tarde primer secretario general del SUTE CONARE Lima y luego en la HNI del 2007, Edwin supo capear el temporal, convirtiéndose en un apreciado y respetado dirigente en Lima metropolitana, hasta que un accidente terminó con su vida aquel 08 de marzo del 2011. Junto a Edgar Tello Montes y otros dirigentes, maestros y una multitud de alumnos y padres de familia, recuerdo su velatorio en el patio del DCG, un bastión del sindicalismo clasista.
Sin duda, Edwin estaría hoy satisfecho por el esfuerzo inicial de los primeros conaristas, su probada consecuencia, su capacidad para atravesar la adversidad y desprendido aporte a la lucha sindical. Cosas de la historia. La HNI del 2017 ha cancelado al viejo sindicalismo, desnudando su monumental mediocridad política y vergonzoso pro-gobiernismo, como en algún momento pronosticaba Edwin. Esta lucha ha abierto un nuevo proceso, una etapa en el que hay que hilar fino para alcanzar el respeto del magisterio peruano, ser sus legítimos representantes. La práctica concreta de nuestro c. Edwin Calle Alata e innumerables maestros y maestras caídos en las luchas del magisterio peruano, animan este nuevo proceso.

Juan Contreras


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