"El hombre nuevo es aquél que sabe luchar en el auge y en el repliegue, en la victoria parcial o en el revés temporal. Debe luchar, aún sabiendo que la victoria final no está próxima o que incluso no la verá. La lucha de los trabajadores exige no solo interpretar el mundo, sino transformarlo".
GERMAN CARO RÍOS

10/11/08

HOMENAJE AL LIBRO

INSTITUTO DEL LIBRO Y LA LECTURAINLEC DEL PERÚYCAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA


10 DE NOVIEMBRE


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Danilo Sánchez Lihón
www.danilosanchezlihon.blogspot.com

Empuña el libro hambriento:es un arma;estás llamado a ser un dirigente."Loa al estudioBertold Brecht

1. Vivir para agradecertelo que has hecho por mí

El poeta Javier Heraud en una de las últimas cartas que escribe a su madre, en noviembre del año 1962 desde La Habana, Cuba, le dice:
"Voy a la guerra por la alegría, por mi patria, por el amor que te tengo, por todo en fin. No me guardes rencor si algo me pasa. Yo hubiese querido vivir para agradecerte lo que has hecho por mi, pero no podría vivir sin servir a mi pueblo y a mi patria. Eso tú bien lo sabes, y tú me criaste honrado y justo, amante de la verdad, de la justicia..."
Cuando el 15 de mayo del año 1963 en Puerto Maldonado es perseguido por la policía, en su huída fue arrojando al viento hoja por hoja el único ejemplar de su último libro de poemas recién escrito y aún inédito, del cual no quedó una sola palabra, pues todas se perdieron definitivamente.
Junto a su compañero de combate, Alaín Elías, llegaron a la orilla del río Madre de Dios, se arrojaron a él y empezaron a cruzarlo a nado mientras les disparaban desde la orilla. Un lugareño que navegaba en esos momentos los recogió en su balsa que era un tronco de árbol ahuecado, y trató de librarlos del acoso.
...No me guardes rencor si algo me pasa. Yo hubiese querido vivir para agradecerte lo que has hecho por mi...


2. No podría vivir sin servir a mi pueblo

Habiendo izado una camisa blanca, aún así durante hora y media fueron blanco de una cacería implacable en la cual participaban también civiles y la población azuzada que se había congregado para ver matar a dos jóvenes inermes.
Entre los que disparaban desde lo alto del malecón a la balsa desolada e inerme eran algunos cazadores que utilizaban balas dun-dun para fieras y bestias, las que al salir de un cuerpo dejan un boquete enorme:
...pero no podría vivir sin servir a mi pueblo y a mi patria.
Treinta impactos registró su padre cuando viajó a reconocer el cuerpo de su hijo. Tenía 21 años en el momento de morir, como él lo había previsto "entre pájaros y árboles". Era el ser más íntegro, puro y triunfante.
Había publicado un libro de poemas "El río", que la crítica más exigente de la época celebró de manera unánime y entusiasta. Obtuvo en diciembre del año 1962, junto a César Calvo, el premio del concurso: "El poeta joven del Perú".
Era cordial, generoso, enamorado:
...pero no podría vivir sin servir a mi pueblo y a mi paria. Eso tú bien lo sabes, y tú me criaste honrado y justo, amante de la verdad, de la justicia..."

3. Aquellos asuntos que son importantespara construir nuestro destino

Aquellas palabras de Javier Heraud son fundacionales, porque nada puede hacerse a partir de entonces sin ese compromiso y sin esa calidad de entrega. Los términos de esta carta valen para todos los oficios y todas las profesiones.
Toda actividad humana tiene que medirse, cotejarse y coincidir, si pretende ser auténtica, con los símbolos implícitos y explícitos en actos como el que acabamos de referir, porque son momentos supremos en que se sintetiza toda la historia de una sociedad. Y que son hitos hermosos, partos de mundos y el rasgarse de los cielos.
Porque el defecto más radical de la sociedad contemporánea en todo orden de cosas es haber trivializado lo trascendente y convertido en trascendente lo trivial. Temas y asuntos que son importantes para construir nuestro destino como individuos y sociedades han sido desplazados, olvidados y marginados.
En cambio los temas y asuntos triviales se han erigido como aquellos que merecen toda la atención ciudadana. Esto ocurre a nivel general y también a nivel específico, en el periodismo como en la medicina, en la educación como en la política, e igualmente en la bibliotecología.
Sólo que a este último campo le corresponde no solo desbrozar lo que es propio e inherente a su ámbito profesional sino coadyuvar a aclarar y hacer evidente lo que corresponde a otras áreas, como para la sociedad en su conjunto. He allí su compromiso y he allí su responsabilidad.


4. Una profesión de fe

La bibliotecología más que una profesión es un compromiso social, un arte, una manera de ser frente al mundo, un estado de alma y una militancia en el campo de la cultura.
Es, en todo caso, una profesión de fe. Una creencia, una confianza y una apuesta a favor del destino del hombre.
Es una mística de la existencia y una actitud frente a la vida, una vigilancia permanente en los sueños convertidos en utopías que deambulan hace milenios por la mente de los hombres. Es una torre de vigía estremecida que contempla y anima la gran marcha de la civilización humana.
Si la bibliotecología fuera una profesión práctica quizá su función sería optimizar el acceso al libro y la extensión de éste en la sociedad.
Si fuera una profesión administrativa su mejor realización podría ser gestionar y poner a punto servicios de lectura a disposición de la comunidad, como son aquellos que se ofrecen en estos establecimientos, integrando redes y sistemas de información.
Si su propósito fuera obtener productos poniendo en marcha unos determinados procesos, como ocurre en las ingenierías, sus horizontes acabarían cuantificando determinados resultados en el campo del acceso a la cultura y a la información.


5. Guardianes del templo

Sin embargo, el trabajo bibliotecario es todo eso pero mucho más.
Es una de las actividades más sobresalientes, cimeras y hasta sagradas de la humanidad, porque son los bibliotecarios los guardianes del templo.
Son los bibliotecarios en quienes se ha confiado las llaves que abren y cierran el tabernáculo del saber y los postigos de las grandes catedrales de las artes y las ciencias.
El nombre de la profesión deriva del vocablo libro y éste de "liber" que significa libertad, como también "espiga".
Rescata todo lo que hay de contenidos de superación y de orientaciones para cultivar estos ideales en el hombre y en la sociedad.
Por eso, en la esencia del ser bibliotecario late y palpita el anhelo más hondo de verdad, belleza, poesía y altruismo.
De manera directa y central se encarga de desarrollar un "saber ser", un "saber estar", un "saber hacer" y un "saber conocer", dimensiones del ser integral de los seres humanos.


6. Lo primero es una esperanza

Las bibliotecas están integradas o compuestas de colecciones de libros, de publicaciones periódicas y de diversidad de materiales impresos, audiovisuales y de otra índole, siempre y cuando ellos contengan sensibilidad y conocimientos.
En ellas se cuenta con recursos de mobiliario y equipamiento. Se las identifica con sus edificios, su ubicación y su calle, con sus letreros, el nombre emblemático que llevan, con sus bienes muebles e inmuebles.
Cuentan con organigramas y un manual de funciones en donde se precisan sus fines, objetivos y principales actividades.
Cuentan con un público usuario de rutina, al cual se deben y en razón de quienes se desvelan abriendo cada día sus puertas y ofreciendo servicios típicos y otros no convencionales.
Tienen un presupuesto –casi siempre escaso y que no alcanza– pero tienen usos, costumbres y querencias que las caracterizan formalmente y que hace que su personal permanezca fieles tras los estantes.


7. ¿Cuál su cimiento, su ara o su altar?

Todo aquello poseen, con eso cuentan y hasta pareciera que es aquello que las define y sustenta.
¡Pero, no! Reflexionemos:
¿Qué es lo primero que las funda? ¿Qué alienta de bendito y venerable en su base?
¿Qué anima su espíritu? ¿Cuál es su piedra angular y clave? ¿Cuál su cimiento, su ara o su altar? La respuesta es: ¡una esperanza!
Lo que habita en el fondo de la cepa de una biblioteca o en el alma de un bibliotecario es una esperanza, esbozada en un anhelo de cultura.
Dicho de otro modo, en un afán de sabiduría traducida en una aspiración de progreso, de cambio y transformación que a veces se sumerge tanto bajo la rutina que desaparece y se creyera lo inverso: que es el lugar en donde nada acontece.


8. Construir un mundo mejor

Lo que hace a una biblioteca es su intencionalidad implícita y secreta de cambiar el mundo para construir otro mejor.
Lógicamente todo esto es aquello que está más allá de lo inmediato y en una dimensión invisible en el mismo organigrama que se ostenta en el salón de entrada, en la sala de reuniones o en la oficina del director.
Está en el escondite de su apariencia humilde, en lo recóndito de sus cuatro paredes de adobe, ladrillo o quincha; que ahora nos conmueven que allí esté ese hondo propósito.
Es el enigma detrás de la frente y el arcano que luce cifrado en el umbral de la puerta. Es el mundo ideal que late al fondo de la realidad deplorable.
Es el anagrama en la visión dorada y espléndida de su silencio arrobado, es la entelequia aleteando al fondo del cuerpo y del alma de un niño que lee pese a tener hambre y frío.


9. Sueño de libertad

Esta idea fundacional de la biblioteca, esta suerte de sueño en la raíz o el cimiento, de anhelo oculto que alienta y palpita en su centro y en su piedra talar, es por ejemplo consolidar la libertad para toda la América del sur en la idea fundacional de la Biblioteca Nacional del Perú.
Instituida por el libertador José de San Martín en base a los libros con que soñara la independencia americana, robustecida luego por el trabajo paciente y tesonero del clérigo y prócer arequipeño Mariano José de Arce.
Biblioteca mítica como nuestra libertad, ave fénix destruida y vuelta a construir varias veces, saqueada, expoliada y convertida en caballeriza, muladar y botín de guerra por la milicia chilena convertida en horda y ave de rapiña en la guerra de agresión del año 1879.


10. Esto nos salva y redime como humanidad

El asunto fundamental en la concepción y el trabajo de una biblioteca es de dónde hemos de partir.
A esta interrogante la respuesta es: antes que de aquello que los libros son materialmente, de lo que no alcanzaron a ser y son más allá de sus páginas en el aire impalpable de la alborada.
¿Está la deontología de esta actividad y misión quizá en los libros en cuanto a esencia y contenido? ¿O, en lo que ellos representan como sueños insepultos?
El deber ser habita más allá en el horizonte ideal y en la utopía que queremos construir a partir de la bibliotecología.
Es mejor buscar su visión, objetivos y fines a partir de los problemas de la gente, pero mirados con el bagaje de elementos que un área profesional como la bibliotecología nos prodiga.
Esto significa una toma de posición y absolver la pregunta básica del: ¿Y, todo esto, para qué? ¿Esto nos salva y redime como humanidad?


11. Instalarse en los anhelosy las aspiraciones de la gente

Es desde estas cuestiones básicas desde dónde podremos construir cuáles son los ejes de nuestra acción, de aquella que nos justifique ante la vida y ante la historia.
Así estaremos partiendo entonces de la lectura de la realidad, de los hechos y del compromiso social para encontrar nuestro deber ser ante una situación desafiante como es el mundo actual.
Mundo acosado por la alienación, los intereses espurios, los asedios, los acosos, los inconfesados intereses.
En donde lo trivial se ha vuelto trascendente y lo trascendente trivial.
Hay que pensar entonces el accionar de una biblioteca: antes que desde los estantes con los libros augustos, o desde los recursos disponibles o desde los procesos informáticos que siempre entusiasman, en los anhelos y aspiraciones de la gente.


12. Mejorar al hombre

Hay que pensar la biblioteca incluso antes que desde el local ubicado en alguna calle dulce o bravía, a partir más bien del problema de la gente, de su hambre, de su miedo, de su desolación y de sus grandes preguntas y esperanzas.
Es entonces cuando aparece con meridiana claridad la exigencia y condición de ubicarse el bibliotecario no solo como un agente cultural sino como líder social.
Y del llamado a agregar al anhelo de sabiduría, al ideal de mejorar al hombre individual y colectivamente y al desvelo por enaltecer la vida, el compromiso perentorio a ser un dirigente.

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