"El hombre nuevo es aquél que sabe luchar en el auge y en el repliegue, en la victoria parcial o en el revés temporal. Debe luchar, aún sabiendo que la victoria final no está próxima o que incluso no la verá. La lucha de los trabajadores exige no solo interpretar el mundo, sino transformarlo".
GERMAN CARO RÍOS

23/3/15

LA PRIVATIZACIÓN DE LA EDUCACIÓN PÚBLICA. ¿OTRA VEZ AUSENTE EN LA AGENDA PÚBLICA?

DR. JUAN CONTRERAS T.

A partir de la Carta Fundamental de 1993 y en el contexto del intenso proceso de globalización neoliberal se ha instalado en el Perú una nueva organización político-estatal que destaca la primacía del mercado y el poder incontrolable del capital transnacional sobre la economía peruana. Refiriéndose a este tema Oscar Ugarteche sostiene que en el Perú subsiste una arquitectura económica diseñada por el Banco Mundial y el FMI dentro de un marco de democracia vigilada, seguida de un golpe de Estado. (Ref: “Adiós Estado, Bienvenido Mercado”, Fondo Edit. San Marcos, Lima, 2004, pg. 6).
La diferencia, acota Ugarteche, es que los países económica y políticamente fuertes que imponen estas medidas a través de los organismos financieros tienen un Estado vigoroso con una participación significativa en la economía, sin los cuales no sería posible la estabilidad política y el éxito económico de sus países. Ellos cierran sus economías, imponen tasas arancelarias altísimas; pero exigen a los países del Sur la apertura total de sus mercados, a cambio de la extorsión crediticia, mientras destruyen la industria nativa. Lo grave es que nuestras èlites gobernantes aceptan de buena gana esas reglas que aquellos países no aplican en sus predios. Doble discurso del los estrategas del capitalismo neoliberal.
Pero, ese no es la principal característica de nuestro sistema político.
Adicionalmente, las elites gobernantes se han cuidado de colocar grandes candados a la Carta Fundamental para imposibilitar cualquier reforma constitucional destinada a modificar un solo ápice el modelo económico neoliberal consagrado en el Régimen Económico (Título III) quedando protegidos los intereses de los poderosos grupos empresariales vinculados en grandes negocios con el Estado peruano. La derogatoria de la Ley Pulpin fue resuelta en el contexto de las atribuciones del Congreso de la República (art. 102), pero ese es otro tema.

Los legisladores de la Carta de 1993, conscientes de la reacción que el modelo neoliberal fuera a provocar sobre el interés nacional y los sectores directamente afectados, tuvieron la interesada agilidad para establecer en el art. 206 (De la Reforma de la Constitución) una clàusula que obligaba a obtener dos legislaturas ordinarias sucesivas con el voto favorable, en cada caso, superior a los dos tercios del nùmero legal de congresistas. En los hechos un imposible político y jurídico por la presencia en el Congreso de representantes directamente vinculados a grupos empresariales dedicados al negocio de la educación, a saber, los grupos Acuña, Interbank, entre otros. Incluso el autodenominado Partido Comunista del Perú (Patria Roja), administrador de los recursos previsionales de la Derrama Magisterial, dirige una universidad pedagógica privada en Lima.

La privatización de la educación en el Perú es un tema que no ha provocado la debida atención de los partidos políticos, los sindicatos y la ciudadanía en general. Países como Chile y Colombia vienen procesando serias reformas en este terreno debido a la presión social, lo cual confirma la eficacia del derecho a la protesta social. Desde el 2011 masivas manifestaciones estudiantiles en Chile han obligado a la Pdte. Bachelet a colocar este tema en la agenda pública, actualmente el Congreso chileno discute urgentes reformas en este sector y todo apunta, por lo menos a nivel del debate, un severo cuestionamiento al modelo pro mercado en la educación chilena.
¿Qué ocurre en el Perú donde no existe un escenario de igual envergadura, capaz de poner acento en un tema fundamental vinculado al derecho a la educación de nuestra población?

Tan venida a menos la educación pública (básica y superior) por la ausencia de un Estado realmente promotor y tras consolidarse desde el 2012 la prevalencia de la inversión privada en este sector, el tema de la privatización de la educación ha sido totalmente relegado a la marginalidad pública, no tiene lugar en el debate político. Nadie ha puesto atención al carácter marcadamente mercantilista del art. 15 de la Carta Fundamental, como de la ley de desarrollo, el Dec. Leg. 882, promulgado durante el régimen fujimorista. Ambos referentes jurídicos son ajenos a los conceptos de educación inclusiva, democrática y social, inspirados en las disposiciones contenidos en el Protocolo Adicional de San Salvador ratificado por el Estado peruano.

Sin duda, a los gobernantes no les interesa que los efectos de este proceso venga acentuando la desigualdad educativa y social, sobre todo en el ámbito rural; tampoco que la escuela pública haya perdido relevancia social y que finalmente la educación privada hoy capte el mayor número de estudiantes de los niveles básico y superior en el país. Una reciente encuesta ha revelado que los peruanos prefieren matricular a sus hijos en los colegios privados. Esto revela que la educación pública peruana en cualquiera de sus niveles de enseñanza, no es ya un referente para la sociedad y el Estado ha desaparecido como el actor principal en este sector, salvo para colocar en remate la infraestructura escolar -vía las APP- y la promoción de un régimen laboral (LRM) lesivo a los derechos de los trabajadores de la educación.

Aquí algunos datos que nos ayudan a apreciar la magnitud del problema que emerge del proceso de privatización en nuestro país. En el 2011 la inversión privada en educación ascendió a S/.14,057 millones de nuevos soles, equivalente al 2.8% del PBI.(68). En el mismo año el presupuesto público de educación ejecutado alcanzó una cifra casi similar a S/. 14,551 millones de nuevos soles, equivalente al 3% del PBI. Estas cifras, sin duda, confirman el norte decididamente privatizador de la educación en el Perú.

Las investigaciones publicadas por INIDEN de fines del 2012 revelaron que hacia fines de los 90 el 85% de la matricula del sistema educativo era atendida por el sector público y el 15% por el sector privado. La cobertura educativa del sector privado alcanzo una marcada evolución en el periodo 2000 al 2011 llegando a captar a 1.097.000 estudiantes logrando desplazar al sector público que solo alcanzó 1.057.000 estudiantes.
De otro lado, la expansión de la clase media ha producido un sostenido trasvase del alumnado de los colegios públicos hacia el sector privado. En el 2012, los colegios privados captaron en Arequipa el 50.1% de matriculas. Lima tiene el 49% de alumnos matriculados en colegios privados, Trujillo el 44.1%, Callao el 39.7%, Chiclayo el 38.6% e Ica el 30.7%, respectivamente. Sin duda, un marcado debilitamiento de la escuela pública frente al inversor privado, lo cual confirma que la escuela pública pobre y abandonada está reservada para los sectores más pobres del país.
Los resultados del PISA 2012 organizado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) que ubican al Perú en el último lugar en matemáticas, lectura y ciencias de un universo de 66 países han puesto en cuestión el tema de la calidad educativa y demandan un papel más activo del Estado destinada a maximizar sus logros en los sectores más desfavorecidos con la finalidad de reducir la creciente fragmentación del sistema educativo. La ligera mejoría en las evaluaciones PISA correspondiente al 2014 no representa una ostensible mejora de la calidad educativa. El informe 2014 de UNICEF sobre el particular nos ha vuelto otra vez a la realidad.
La proximidad de la huelga nacional del magisterio peruano debe tener el efecto de colocar la privatización de la educación en la agenda pública, enfatizando el carácter político de este problema. La educación pública, gratuita y de calidad es un derecho fundamental de toda sociedad democrática, a la vez, que herramienta clave para el desarrollo de cualquier Estado. Al magisterio peruano, a los partidos políticos, sindicatos, a la intelectualidad peruana, a la sociedad en general le corresponde demostrar que esto no es solo parte del discurso político, sino un tema de impostergable atención.


No hay comentarios: