"El hombre nuevo es aquél que sabe luchar en el auge y en el repliegue, en la victoria parcial o en el revés temporal. Debe luchar, aún sabiendo que la victoria final no está próxima o que incluso no la verá. La lucha de los trabajadores exige no solo interpretar el mundo, sino transformarlo".
GERMAN CARO RÍOS

8/4/09

Y SE HIZO JUSTICIA


Culpable de todos los cargos



Fujimori fue condenado por ser el autor mediato, aquel que no perpetra los crímenes con sus propias manos, pero utiliza a terceros para cometerlos.






Raida Cóndor unió sus manos en un gran puño, miró fijamente a la relatora del tribunal y cuando le escuchó decir que el ex dictador Alberto Fujimori, quien mandó eliminar a su hijo Armando Amaro y encima felicitó a sus asesinos, había sido condenado a 25 años de prisión, sus sentimientos, que estaban contenidos, brotaron en forma de lágrimas. Raida abrazó a Gisela Ortiz, la hermana de otro estudiante desaparecido, y ambas comprobaron, después de 17 años de lucha y dolor, que la justicia en nuestro país sí existe.


Tres horas antes de iniciar la audiencia, Gisela dijo que estaba tranquila, segura y que sólo había ido para “escuchar la cantidad de años que le iban a dar al ‘Chino’”, pues todo estaba probado. Y no se equivocó. “Está probado”, dijo la relatora de la sala al leer la sentencia, “está probado”, repitió, “está probado”, apuntó, una y otra vez.Los cargos por homicidio calificado, asesinato, lesiones graves y secuestro agravado contra Alberto Fujimori por las matanzas de “Barrios Altos” (1991) y “La Cantuta” (1992) y los secuestros del periodista Gustavo Gorriti y el empresario Samuel Dyer quedaron probados con agravantes y sin atenuantes. 25 muertos, 25 años de condena y la calificación de delitos de lesa humanidad a esos crímenes.


Los integrantes de la Sala Penal Especial, presidida por el juez César San Martín, determinaron que Alberto Fujimori sí tenía mando y comando sobre las Fuerzas Armadas y Policiales, en lo táctico y lo operativo.


También lograron comprobar que el ex dictador instauró en nuestro país una estrategia agresiva y brutal de lucha contra la subversión, y que sí es real el denominado “Plan Cipango”, partida de nacimiento del destacamento “Colina”. Fujimori fue condenado por ser el autor mediato, aquel que no perpetra los crímenes con sus propias manos, pero utiliza a terceros para cometerlos.


El tribunal determinó, inclusive, que ni los estudiantes ni el profesor de La Cantuta desaparecidos ni los heladeros asesinados en un solar de Barrios Altos fueron terroristas. “Es la reivindicación de nuestros familiares que durante varios años fueron tildados de terroristas, incluso hubo personas que intentaron justificar sus muertes por su supuesta militancia en un movimiento terrorista”, dijo Gisela.


Asimismo, el tribunal determinó que las matanzas de “La Cantuta”, “Barrios Altos” y otras muertes fueron crímenes de Estado. Los jueces en su veredicto detallaron que Fujimori felicitó a los integrantes del “Grupo Colina” por perpetrar estas matanzas y que luego los encubrió con una amnistía.


“Se ha establecido que en 15 meses el ‘Grupo Colina’ cometió como mínimo 50 asesinatos en operaciones de inteligencia y que el Estado ocultó los hechos y amnistió a los implicados”, dijo el juez César San Martín.


En la misma sala de juzgamientos, Keiko Fujimori, la prematura candidata, se hundió en su asiento al escuchar la sentencia, que por unanimidad condenó a su padre a pasar un cuarto de siglo encerrado, cerró los ojos y lloró con amargura, desobedeciendo así la recomendación-orden que le dio el congresista fujimorista Rolando Souza antes de iniciar la audiencia.


“Ya saben, que no las vean mal, que la prensa no las vea derrotadas, muéstrense fuertes y altivas”, les repetía Sousa a Martha Moyano, Luisa María Cuculiza y Keiko Fujimori. Pero la heredera del “legado” del ex dictador, humana al fin, se quebró. En otro extremo de la sala de audiencias, el abogado Nakazaki mordió una vez más el acre polvo de la derrota, al que parece estar acostumbrándose, pues son ya varios casos que pierde.


Al culminar la audiencia ni siquiera quiso declarar para los periodistas. Nakazaki, el abogado que a lo largo del juicio hizo gala de una locuacidad casi arrogante, no tuvo ayer ánimos para nada, pues todos sus argumentos que elaboró y sostuvo por más de 16 meses quedaron en el canasto de papeles inservibles, pulverizados en las tres horas que duró la lectura de la sentencia.


Montesinos lo hundió


El ex asesor presidencial Vladimiro Montesinos fue nombrado en varias oportunidades durante la lectura de sentencia. La sala estableció que Fujimori nombró a Montesinos como su asesor desde que asumió el gobierno en julio de 1990.


Que además le encargó a Montesinos dirigir el combate a la subversión y al narcotráfico, para lo cual ambos reestructuraron el Servicio de Inteligencia Nacional (SIN).Fujimori organizó con Montesinos una estructura de poder que tuvo su eje en el SIN y que tenía como misión combatir a la subversión eliminando supuestos elementos terroristas.


El “Grupo Colina” nació por disposición del SIN y de Montesinos, bajo la supervisión y órdenes de Fujimori. Por eso los jueces llegaron a la conclusión de que Montesinos participó en los crímenes de “Barrios Altos” y “La Cantuta” y dio cuenta de los hechos al ex dictador.


Para la salida Al término de la lectura de sentencia, los ánimos dentro de la sala estaban más que cargados, muchos temieron la reacción airada de los fujimoristas y por eso veinte efectivos ingresaron para evitar problemas. Pero todo terminó sin sobresaltos.


Sólo la fujimorista Martha Moyano se atrevió a lanzar arengas e insultos a los jueces. “Son falsos, cobardes, esta condena es una represalia porque estos jueces fueron retirados de sus puestos durante el gobierno de Fujimori”, gritó. Con Fujimori condenado, los deudos de sus víctimas hicieron un llamado a que la sentencia sirva de escarmiento para que nunca más se cometan crímenes desde el poder. Ellos durmieron anoche algo mejor, después de mucho tiempo, porque se les hizo justicia, aunque con ese enorme vacío que duele en el pecho para siempre, cuando a uno le arrebatan a un ser querido. Marcelo Puelles Redacción

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