"El hombre nuevo es aquél que sabe luchar en el auge y en el repliegue, en la victoria parcial o en el revés temporal. Debe luchar, aún sabiendo que la victoria final no está próxima o que incluso no la verá. La lucha de los trabajadores exige no solo interpretar el mundo, sino transformarlo".
GERMAN CARO RÍOS

16/4/16

The Economist calificó como una farsa peligrosa las elecciones en Perú

PRENSA BRITÁNICA: 'THE ECONOMIST' CALIFICA LAS ELECCIONES EN PERÚ COMO "FARSA PELIGROSA".

La prestigiosa publicación inglesa indicó que "el ganador de las elecciones tendrá poca legitimidad".
La publicación inglesa The Economist calificó de "farsa peligrosa" la elección presidencial en el Perú. | Fuente: AFP
El diario inglés "The Economist", uno de los más importantes del mundo calificó como "una farsa peligrosa" las elecciones en el Perú.
El medio publicó un artículo en el que critica la exclusión de los ex candidatos César Acuña (Alianza por el Progreso) y Julio Guzmán (Todos por el Perú), señalando que las decisiones de la autoridad electoral en el país socavan la democracia y el estado de derecho.
“Guzmán, que tenía altas probabilidades de ganar las elecciones y ser presidente, fue expulsado porque el pequeño partido con el que participaba cambió el procedimiento de elección de su candidatura sin informar previamente a las autoridades electorales. Acuña fue expulsado por regalar US$ 4.400 durante su campaña”, indica el artículo respecto a la elección presidencial en el Perú.
“Frente a la perspectiva de una elección privada de toda credibilidad, los loros cambiaron su tono. La ley, al parecer, no es siempre la ley. Un tribunal electoral, en una sentencia de contrabando en 12:05 a.m. el Viernes Santo, decidió que la señora Fujimori no debe ser descalificada. Se rechazó una alegación similar contra otro candidato”, se lee en The Economist.
Incluso el diario británico recurrió a una analogía para describir la decisión del Jurado Nacional de Elecciones, respecto a la candidatura presidencial de la líder de Fuerza Popular.
“Los aficionados al fútbol están familiarizados con el juego ocasional en que el árbitro cambia el curso del juego por error con la expulsión de jugadores y adjudicando un penal dudoso o dos. Los peruanos están descubriendo, para su desconcierto, que el árbitro pueda determinar quién gana en la política, también”, escribió.
Para The Economist “el ganador de las elecciones (peruanas) tendrá poca legitimidad. Esto es desafortunado: incluso para estándares latinoamericanos, los peruanos desdeñan a sus políticos y muestran mucha insatisfacción con su democracia. Si Perú quiere permanecer como una estrella del crecimiento, necesita reformas que solo un gobierno creíble podrá hacer”.
“En este caso la ley es ridícula, está siendo mal aplicada y, al parecer, no es lo mismo para todo el mundo. La ley electoral ha sido desfigurada por las modificaciones frecuentes y el detalle regulador absurdo”, refiere el artículo.

LA MAFIA DEL JURADO NACIONAL DE ELECCIONES


LA VERDAD DE LA VOTACIÓN DEL 10 DE ABRIL DEL 2016

¡ESTA ES LA VERDAD QUE DEBEMOS DIFUNDIR Y NO LAS MENTIRAS QUE PRETENDEN CONFUNDIR Y HACER CREER QUE HAY MAYORIA DONDE SON LA MINORIA APOYADA POR EL TRAFERO J.N.E !!!!


ALBERTO FUJIMORI TIENE QUE SALIR POR LA PUERTA GRANDE


ONPE 99.73%: Estos serían los 130 congresistas electos para el periodo 2016-2021

ONPE 99.73%: Estos serían los 130 congresistas electos para el periodo 2016-2021

Así van. Fuerza Popular obtendrá mayoría (71), Frente Amplio será segunda fuerza (20), seguida de PPK (18), Alianza para el Progreso (10), Acción Popular (5) y el Apra (5).
Congreso se renovará el 28 de julio
Congreso se renovará el 28 de julio. Foto: Archivo.
Nuevo pleno. Los 130 nuevos integrantes del Congreso peruano fueron elegidos el pasado domingo en las urnas. El avance del conteo de la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE) permitió conocer quiénes serían la mayoría de ellos y reveló que Fuerza Popular (FP), partido liderado por Keiko Fujimori, tendrá el control en el Congreso, con 71 miembros.
 
 
La primera minoría del parlamento corresponde al Frente Amplio (FA), liderado por Verónika Mendoza, que tendrá 20 representantes y Peruanos por el Kambio ocupará 18 escaños. Con menos presencia se encuentran Alianza Popular, con 10 congresistas; Acción Popular, con cinco miembros; y Alianza Popular, cuyos cinco miembros en el Congreso serán militantes del Partido Aprista.
 
Según el conteo por regiones, que oscila entre 70,11% y 97,45%, esta sería la distribución de los escaños en el Congreso.
 

Amazonas (confirmado)

Miguel Castro (FP)
Marita Herrera (FP)
 

Áncash

Carlos Domínguez (FP)
María Cristina Melgarejo (FP)
Yesenia Ponce (FP)
María Elena Foronda o Fernando Andrade (FA)
Eloy Narváez (APP)
 

Apurímac

Dalmiro Palomino (FP)
Lenin Checcoc o Richard Arce (FA)
 

Arequipa 

Ana María Choquehuanca (PPK)
Sergio Dávila (PPK)
María Aramayo (FP)
Miguel Román (AP)
Horacio Zeballos (FA)
(Justiniano Apaza (FA) o Benigno Cornejo (APP)
 

Ayacucho

Edyson Morales (FA)
Tania Pariona o Pedro Tincopa (FA)
Miky Dipas (FP)
 

Cajamarca 

Osías Ramírez (FP)
Carlos Ticlla (FP)
Wilmer Aguilar (FP)
Segundo Tapia  (FP)
Juan Regalado Marco Arana (FA)
César Vásquez o Juan Carlos Díaz (APP)
 

Callao

Víctor Albrecht (FP)
Francisco Villavicencio (FP)
Estelita Bustos (FP)
Janet Sánchez o Ciro Castillo (PPK)
 

Cusco (confirmado)

Wilbert Rozas (FA)
Edgar Ochoa (FA)
Nelly Cuadros (FP)
Benicio Ríos (APP)
Armando Villanueva (Acción Popular)

Huancavelica (confirmado)

Zacarias Lapa (FA)
Wuilian Monterola (FP)

Huánuco (confirmado)

Guillermo Bocangel (FP)
Karina Beteta (FP)
Rogelio Tucto (FA)

Ica (confirmado)

Miguel Ángel Elías (FP)
César Segura (FP)
Betty Anaculi (FP)
Alberto Oliva (PPK)

Junín (confirmado)

Sonia Echevarría (FP)
Federico Pariona (FP)
Israel Tito (FP)
Mario Canzio (FA)
Moises Bartolome Guia (PPK)

La Libertad (confirmado)

Daniel Salaverry (FP)
Octavio Salazar (FP)
Rosa Bartra (FP)
Luis Yika (FP)
Richard Acuña (APP)
Gloria Montenegro (APP)
Elías Rodríguez (Alianza Popular)

Lambayeque (confirmado)

José Palma (FP)
Héctor Becerril (FP)
Liliana Takayama (FP)
Javier Velásquez Quesquén (Alianza Popular)
Clemente Flores (PPK)

Lima provincias

Elard Melgar (FP)
Gladys Andrade (FP)
Percy Alcala (FP)
Lizbeth Robles (FP).  Zenaida Colonia o Ider Gutiérrez (FA)

Loreto  (confirmado)

Patricia Donayre  (FP)
Juan Carlos del Águila (FP)
Tamar Arimborgo (FP)
Jorge Meléndez (PPK)
Madre de Dios (FP)
Modesto Figueroa (FP)

Madre de Dios (confirmado)

Modesto Figueroa Minaya (FP)

Moquegua (confirmado)

Vicente Zeballos (PPK)
Mario Mantilla (FP)

Pasco (confirmado)

Clayton Galván (FP)
Roy Ventura (FP)

Piura 

Karla Schaefer (FP)
Martires Lizan (FP)
Freddy Sarmiento (FP)
Evita Ojeda (FP)
Juan Manuel Alarcón (FP)
Hernando Cevallos (FA)
Heidy Juárez o Marisol Espinoza (APP)

Puno

Oracio Pacori (FA)
Edilberto Curro (FA)
Alberto Quintanilla (FA)
Lucio Ávila (FP)
Moíses Mamani (FP)
 

San Martín 

Rolando Reátegui (FP)
Gilmer Trujillo (FP)
Erika Rojas o Esther Saavedra (FP)*
César Villanueva (APP)
 
*El avance en el conteo aún no permite definir cuál de los candidatos de FP sería el elegido.
 

Tacna

Guillermo Martorell (FP)
Jorge Castro (FA)
 

Tumbes

Bienvenido Ramírez (FP)
Juan Carlo Yuyes (FP)
 

Ucayali

Glider Ashñahua (FP)
Francisco Pezo (APP)
 

Provincia de Lima (capital)

 
Fuerza Popular: 15
 
Kenji Fujimori
Cecilia Chacón
Yeni Vilcatoma
Luz Salgado
Lourdes Alcorta
Marco Miyashiro
Edwin Vergara
Luis Galarreta
Leyla Chihuán
Juan Carlos Gonzales
Úrsula Letona
Miguel Ángel Torres
Paloma Noceda
Francisco Petrozzi
Milagros Salazar
 
Peruanos por el Kambio: 10
 
Mercedes Araoz
Carlos Bruce
Salvador Heresi
Gilbert Violeta
Juan Sheput
Pedro Olaechea
Guido Lombardi
Alberto de Belaunde
Roberto Vieira
Gino Costa o Luis Moncada
 
Frente Amplio: 3
 
Marisa Glave
Manuel Dammert
Indira Huilca
 
Alianza Popular: 3
 
Mauricio Mulder
Jorge del Castillo
Luciana León
 
Acción Popular: 3
 
Víctor García Belaúnde
Yonhy Lescano
Edmundo del Aguila
 
Alianza Para el Progreso: 2
 
Edwin Donayre
Luis Iberico o Julio Rosas

EL PROFESOR QUE DIRIAMENTE CRUZA UN RIO NADANDO PARA DAR CLASES

El profesor que diariamente cruza un río nadando para dar clase

Abdul Mallik lleva más de 20 años sacrificándose para no faltar a su cita con sus alumnos
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BITACORAS.COMMadrid - 14/04/2016 a las 09:56:22h. - Act. a las 14:49:27h.Guardado en: Actualidad

Los buenos maestros nunca se olvidan. Todos guardamos en nuestra memoria un profesor único e inolvidable, alguien que con su dedicación y sus enseñanzas nos ayudó a mejorar como estudiantes y como personas. Hay algunos que sienten algo más que vocación por su trabajo, que lo entienden como un auténtico compromiso con la sociedad. Eso es exactamente lo que siente Abdul Mallik, un profesor indio que cruza a diario un río para reunirse con sus alumnos de la escuela primaria. No utiliza un puente ni una embarcación: lo hace nadando.
El blog Kenfolios nos cuenta la inspiradora historia de este hombre, un padre de familia que ya ha rebasado la frontera de los cuarenta años de edad. Vive en Malappuram, en el estado de Kerala, al sur de la India, y en 1992 comenzó a trabajar como profesor en una escuela de primaria en la zona. El trabajo le encanta, pero desde el primer día topó con un problema difícil de resolver: las dificultades para llegar al centro de estudios desde su lugar de residencia.
No disponiendo de automóvil propio, la primera opción que a cualquiera se le ocurre es el transporte público. Sin embargo, esta vía no es precisamente cómoda en Malappuram. Abdul necesitaba caminar alrededor de dos kilómetros y tomar dos autobuses para alcanzar la escuela, un trayecto de nada menos que tres horas. Para colmo de males, ni siquiera madrugando podía evitar llegar tarde a su puesto de trabajo en numerosas ocasiones. Harto de la situación pero lejos de rendirse, el maestro se puso a pensar en alternativas.
«Se me ocurrió que si era capaz de atravesar el río llegaría más rápido, con más facilidad y sobre todo puntual», explica Malik. Así fue cómo empezó a cruzar el río a nado cada mañana. Le lleva diez minutos llegar andando a la orilla desde su casa. En cuanto alcanza la otra y se cambia de ropa, sólo necesita caminar un kilómetro más para presentarse en la escuela, listo para impartir sus clases a los jóvenes. De paso ahorra en autobuses 30 rupias diarias, unos 40 céntimos; cantidad nada despreciable teniendo en cuenta que su salario está en torno a los 400 euros mensuales.
Abdul Malik utiliza su propio ejemplo para concienciar a sus alumnos sobre la importancia de cuidar su entorno. A menudo les lleva a visitar ese río que él atraviesa cada día, visiblemente contaminado. Sin lugar a dudas, los niños pueden ver en él un extraordinario ejemplo de auténtico sacrificio. Su caso nos recuerda al de James Robertson, el hombre que caminaba 34 kilómetros para ir a trabajar, del que ya te hablamos hace algún tiempo en esta misma sección.

Rosa María Palacios: Keiko no se desligó de su papá, ella es Alberto Fujimori ahora más que nunca

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Rosa María Palacios: Keiko no se desligó de su papá, ella es Alberto Fujimori ahora más que nunca

01-02-2016

Periodista cuestionó a la candidata de Fuerza Popular por sostener que el expresidente solo tuvo responsabilidad política y no cometió delito alguno. 

Ocho piedras encima de la mochila | Inicio

Ideeleradio.- Keiko Fujimori no se desligó de su papá, ella es Alberto Fujimori ahora más que nunca, afirmó la periodista Rosa María Palacios, tras cuestionar a la candidata de Fuerza Popular por sostener que el expresidente solo tuvo “responsabilidad política” y no cometió delito alguno.
Fue al comentar la entrevista que Fujimori Higuchi concedió a El Comercio en la que señala como un "grave error político" de Alberto Fujimori, haber mantenido como asesor "a Vladimiro Montesinos hasta el final de su gobierno".
“Ayer [Keiko] se cargó la mochila solita, se puso ocho piedras encima de la mochila, y dice que su papá no cometió delito. Fujimori se allanó en siete juicios, él reconoció ante el Estado que había robado. ¿Su hija no sabe que él reconoció? Reconoció, pues”, dijo en el programa No Hay Derecho de Ideeleradio.
“Todo su discurso ha sido, ‘yo no soy mi papá’, pero si todo su discurso ha sido eso, y ahora resulta lo contrario, ayer ha sido su papá más que nunca, porque ha dicho que su papá es inocente, cuando su papá se allanó [a los juicios]”, indicó.

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¿Por qué se perdió la guerra con Chile? Avelino Cáceres te responde


Andrés Avelino Cáceres, héroe indiscutible y vencedor en Tarapacá dijo en su última entrevista en 1921 que el Perú pudo haber ganado la Guerra con Chile.

¿Por qué se perdió la guerra con Chile? Avelino Cáceres te responde
¿Por qué se perdió la guerra con Chile? Avelino Cáceres te responde
22 de Abril del 2015 - 11:01 » Textos: Redacción Multimedia/Con información de: PORTALPERU.PE » Fotos: Archivo courier
Si una pregunta aún les duele a la mayoría de peruanos es el porqué de la derrota en la Guerra del Pacífico contra Chile. Esta fue la pregunta que le hicieron a  Andrés Avelino Cáceres, héroe e ideólogo de la campaña de la Breña en 1921. Avelino brindó su última entrevista donde habló de todo; Él afirmó que el Perú pudo haber ganado la Guerra con Chile sin problemas y pese a la superioridad bélica del país sureño, sin embargo, hubo una razón fundamental por la que esto no se pudo conseguir. 
Esta es la entrevista completa:
Mariscal, en el aniversario de la victoria de Tarapacá, demandamos de usted, el relato vívido de esa gloriosa acción.
Se anima el rostro venerable del anciano guerrero. Un relámpago encandila sus pupilas y alisándose, nerviosamente, las albas barbas puntiagudas, nos dice: Recuerdo la batalla, con absoluta precisión, y voy a relatársela, como si acabara de realizarse.
Y empieza el relato con voz emocionada:
Me encontraba yo, con mi división, en una de las calles de Tarapacá, tomado un rancho frugal, antes de emprender, con todo el Ejército y como lo habían hecho ya las tropas del general Dávila, la retirada hacia Arica, después del desastre de San Francisco, cuando mi ayudante que había distinguido al enemigo en la cresta de los cerros situados al Oeste de la ciudad, llegó corriendo a avisármelo. Al recibir esta inesperada noticia, estaba comiendo. Solté la pequeña cacerola que contenía mi ración, y procediendo con impetuosa actividad, ordené a mi división que se lanzara con la bayoneta calada, cerro arriba, para desalojar al enemigo.
Procedí rápidamente a dividir mis tropas en tres columnas: la primera y la segunda compañías formaban la de la derecha, que puse al mando del comandante Zubiaga, valiente y experto jefe; la del centro la constituyeron la quinta y sexta compañías, mandadas por el mayor Pardo Figueroa, distinguido jefe, también, y la de la izquierda quedó formada por la tercera y cuarta compañías que confié al mayor Arguedas.
Advertí a mis tropas que evitaran hacer fuego, mientras no hubieran alcanzado la cumbre, para economizar las municiones, que, por desgracia, eran muy escasas. Al coronel Recavarren, Jefe de Estado Mayor, le envié en comisión donde el coronel Manuel Suárez, que tenía el mando del batallón Dos de Mayo, para que hiciera, con sus fuerzas, igual distribución a las del Zepita, y se colocara a mi izquierda.
A poco, ya cuando mis bravos soldados se habían lanzado al combate, llenos de entusiasmo y de ardor bélico, el coronel Belisario Suárez toma sus disposiciones y los coroneles Bolognesi, Ríos y Castañón, se sitúan en sus respectivos emplazamientos.
El Zepita escala el cerro por el lado Oeste, con empuje irresistible desafiando los tiros que el enemigo descarga sin descanso sobre ellos. Se despliegan en guerrilla y sin detenerse, disparan incesantemente, a ciento cincuenta metros del enemigo, que cede al empuje de los nuestros. La columna Zubiaga, se lanza a la bayoneta sobre la artillería chilena y, audazmente, se apodera de cuatro cañones. Las columnas de Pardo Figueroa y de Arguedas, despedazan, entre tanto, a la infantería enemiga.
Perdón, Mariscal, en ese asalto, ¿qué acción notable de arrojo, de sus soldados, recuerda usted?
No puedo olvidarme del heroísmo del Alférez Ureta, de la compañía primera de la columna derecha, que inflamado por un ardiente entusiasmo patriótico y un coraje a toda prueba, se montó sobre un cañón chileno, lanzando estruendosos vivas a la patria. Tampoco me olvidaré nunca de un acto meritísimo del comandante José María Meléndez, veterano de la Columna Naval, uno de los primeros en unírseme en el asalto al enemigo.
Cuando derrotados los chilenos y cansados nosotros de perseguirlos infructuosamente, por falta de caballería; desfallecíamos de sed y de hambre, al extremo de que me vi obligado a humedecer los labios de algunos de mis soldados con pequeñas rodajas de un limón, que por fortuna llevaba en uno de mis bolsillos de mi casaca; el comandante Meléndez se presentó de repente y sin que yo pudiera explicarme su procedencia, cargando un barril de agua que aplacó la sed de esos valientes. Y como éste, tantos otros episodios de coraje y de entusiasmo.
Y destrozada la infantería y despojados los chilenos de su artillería, ¿qué pasó?
El enemigo así castigado en ese primer combate por los nuestros, huyó a la desbandada, pampa abajo, perseguido de cerca por los nuestros y acampó a una legua de distancia hasta juntarse con otro cuerpo chileno que vení­a a reforzarlos. Entretanto, mi caballo habí­a sido herido de un balazo y hube de detenerme, a mitad de jornada. Un oficial que habí­a encontrado una mula de un regimiento chileno, me la trajo y montado en ella, pude seguir la persecución.
Después de tres horas de refriega, tuvimos que contramarchar hasta el sitio donde había tenido lugar el primer ataque, porque mis tropas estaban rendidas por la fatiga de la acción. El general en Jefe Buendía me dio su enhorabuena por el éxito alcanzado por mi división. Pero en medio de la alegría del triunfo, hube deplorar profundamente la muerte de mis mejores tenientes: Zubiaga, Pardo Figueroa, mi propio hermano Juan… también rindieron la vida en el primer encuentro.
¿Y el segundo encuentro?
Reforzada mi división con el batallón Iquique que mandaba el inmortal Alfonso Ugarte, la Columna Naval de Meléndez, un piquete del batallón Gendarmes que mandaba Morey, una compañía del batallón Ayacucho con Somocurcio a la cabeza, una hora después se reanudaba la lucha en plena pampa hacia el SO de Tarapacá.
Primero se realiza un vivo combate de fusilería sostenido por ambas partes, con empeño. El enemigo es arrollado cinco veces, rehaciéndose, luego otras tantas. Entonces envolviendo el ala y el flanco izquierdo chileno que manda Arteaga, con mis tropas lo obligué a retirarse hacia el sur. El batallón Iquique llega a tiempo para rechazar a los granaderos chilenos que habían sorprendido al Loa y al Navales.
Sin embargo, antes, Arteaga trata de rehacerse en vano y nosotros cargamos otra vez con irresistible denuedo. En momentos que la victoria se decidía ya por nuestras armas, llegó Dávila con su división al trote (habí­an recorrido 12 kms. desde Huarasiña) y muy cerca del flanco chileno, aún jadeantes, le hace repetidas descargas de fusilería. Entonces yo aproveché para dar el definitivo ataque por el centro, que decidió la derrota de los chilenos que abandonaron el campo, dejando tras de sí sus 6 últimas piezas de artillerí­a Krupp, entonces la más moderna del mundo. Fue en ese momento –prosigue entusiasmado el Mariscal- cuando llamé al Capitán Carrera y, entregándole uno de esto cañones, le dije: “artillero sin cañones, ahí tiene Ud. una pieza para actuar”. Y a fe mía que supo hacerlo, disparando sobre la retaguardia enemiga que huía.
Eran las cinco de la tarde. La batalla había terminado después de nueve horas de reñida lucha. Sobre el campo quedaron muchísimos de mis bravos soldados junto con centenares de enemigos
Pero, le he relatado solamente la parte que me tocó desempeñar a mí, en la altura. Sin embargo Uds. deben saber que en la quebrada, Bolognesi, Castañón, Dávila y Herrera se batieron con ardor.
Fue un soldado de Bolognesi, Mariano de los Santos, quien se apoderó de un estandarte chileno. El enemigo es arrojado por esa parte hasta Huarasiña, después de vigorosos encuentros y ahí se reúne con los restos de la división Arteaga, que nosotros habíamos arrollado.
Al mismo tiempo, todo nuestro ejército se concentra, y reunidas todas las fuerzas perseguimos a los chilenos hasta más allá del cerro de Minta. Ya les he dicho que fue imposible barrerlos, como hubiéramos querido, porque la fatalidad que siempre nos acompañó en la guerra, quiso que no tuviéramos caballería. Y así, la victoria fue infructuosa, pues después de ella faltos de víveres y de refuerzos, hubimos de continuar nuestra retirada a Arica.
¿Cómo fue la batalla de San Francisco?
Doloroso es el recuerdo: la falta de previsión, el espionaje chileno, la defección de Daza y su famoso cable: “Desierto abruma, ejército niégase seguir adelante”, el asalto frustrado, la muerte del Comandante Espinar al pie de los cañones chilenos, la catastrófica retirada nocturna…
¿Cuál fue la causa decisiva de la perdida de la guerra?
La falta de organización militar y autonomí­a bélica, particularmente en municiones. Eso en cuanto al aspecto técnico, pero más allá, la discriminación racial fue determinante. No hubo armonía cultural ni polí­tica. La falta de organización militar, de cohesión, de armonía política.
Había patriotismo, había entusiasmo generoso, había valor y virtudes militares en nuestros soldados y en nuestros oficiales, pero también hubo mucha traición en los sectores pudientes.
¿Y en nuestros generales?
También. Hubo demasiados generales, cuyos conocimientos y aptitudes no pudieron destacarse en la contienda, por falta de disposición de un comando totalmente politizado.
¿Pero, usted cree, que, sin esos defectos y deficiencias, hubiésemos podido ganar la guerra?
Con toda la superioridad numérica y armamentí­stica del ejército chileno, creo, firmemente que sí­. La desunión, el desatino, la ambición polí­tica y la carencia de identidad en los sectores acomodados nos perdieron.
¿Cuándo comenzó su carrera?
En 1854, acababa de estallar la revolución contra Echenique, provocada por los escándalos de la corrupción del guano. De todos los rincones del paí­s, se sumaban las adhesiones. En Ayacucho, mi tierra natal, don Ángel Cavero, uno de los vecinos del lugar, encabezó el movimiento rodeado de simpatí­a popular. Muchos jóvenes nos presentamos voluntarios a filas. Yo contaba 19 años, estudiaba en la universidad de Huamanga y era de los más entusiastas. Nos apoderamos de la gendarmerí­a. Luego llegó el ejército rebelde, en donde terminé de enrolarme. Entonces el general Castilla, a quien sin duda caí­ en gracia, me llamó a su despacho y me dijo: “¿Quiéres seguir la carrera?”, “Sí­, señor, es mi mayor deseo”, le contesté con aplomo. Entonces, me respondió, palmeándome la espalda, “serás un buen guerrero”.
¿Y el mariscal Castilla, cómo le trató a Ud.?
Castilla, que me conoció desde la batalla de La Palma, me dispensó simpatí­a y apoyo. Tanto, que varias veces soportó mis engreimientos. Y eso que una vez me le sublevé.
¿Le hizo la “revolución”?
He querido decir que tuve un rapto de altivez. Fue cuando el Mariscal quiso formar el batallón “Marina”. Llamó a palacio a los oficiales escogidos de los distintos regimientos. Yo fui destacado del Ayacucho. Ya me habí­a conocido en La Palma y después en la campaña de Arequipa contra Vivanco. Pues bien, Castilla revistó uno a uno a todos los oficiales congregados y al llegar a mí, se detuvo observándome y me dijo: “¿Cómo se Ilama Ud. capitán?”. Me impresionó desfavorablemente el olvido que el mariscal habí­a hecho de mi nombre y le contesté: “Soy, excelentí­simo señor, el hijo de don Domingo Cáceres, cuya hacienda fue destruida por el general Vivanco, por haber sido leal a Ud. Estuve en la batalla de Arequipa, donde fui herido casi perdiendo un ojo; me llamo Andrés Avelino Cáceres”. “Hola, hola”, replicó el mariscal: “Con que Ud. es el capitán Cáceres, hijo de mi amigo don Domingo. Bueno, bueno, Ud. se quedará en su cuerpo”. Y me quedé en mi batallón Ayacucho, en el cual me habí­a iniciado y en el cual continué hasta que fui a Francia, como agregado militar.
Su cicatriz en la cara, Mariscal…
Esta “condecoración” la recibí­ en la torna de Arequipa, en 1856. El Mariscal Castilla que habí­a acampado en las afueras, llevó a cabo, por varias noches, simulacros de ataque, que tení­an al enemigo en sobresalto. La noche que decidió darlo por cierto, me ordenó que avanzara con mi compañía y me apoderara de la 1ra. trinchera enemiga. Sin vacilar, ejecuté esa orden y sorprendiendo a los ocupantes, logré capturar la trinchera, regresando a dar parte al mariscal de mi cometido.
Entonces, Castilla me mandó: “siga Ud. avanzando sobre la ciudad, tomando las alturas hasta los conventos de San Pedro y Santa Rosa”.
Y, aunque pensaba que era una crueldad enviarme así­ al sacrificio, no dudé, y deslizándome por los techos fui avanzando hasta el primero de los conventos. No sé cómo logré saltar los innumerables obstáculos hasta de repente hallarme dentro de la bóveda, próxima a la torre. Por el camino había perdido a muchos soldados, muertos por descargas vivanquistas. Desde la torre de Santa Rosa, el fuego que se hací­a sobre nosotros era incesante.
Pero, los 2 cuerpos que formaban la 1ra. división del Mariscal Castilla habían desembocado por calles paralelas al convento y así­ cayeron sobre el atrio y el interior, obligando a los enemigos a abandonarla. Entretanto yo subí­a, con los mí­os, hasta la torre y ahí­ tuve que soportar el fuego desde la torre fronteriza de Santa Marta. Mientras, Castilla había penetrado al convento por otro lado. El coronel Beingolea, subió a la torre, creyéndola vací­a y se dio de bruces conmigo y mis soldados. Calcule Ud. la sorpresa de ambos, a punto de acribillarnos mutuamente. “Acabamos de tomar el convento”, me dijo; “Mi coronel: ya la habí­a tomado yo”, contesté. El coronel me abrazó y me anunció que harí­a conocer a Castilla esa hazaña. “Está ahí­ abajo, con todo el Ejército”, y se fue.
Yo continué haciendo frente al fuego de los de Santa Marta, y mostrando a mis soldados el blanco hacia el que debí­an disparar, un balazo me derribó cegándome. Me recogieron mis soldados y me bajaron al refectorio del convento, en donde el sargento Coayla y el cabo Huamaní­, me atendieron. Estuve privado del conocimiento. Cuando lo recobré hallé a mi lado al capitán Norris, uno de mis mejores compañeros, que me preguntaba qué deseaba. “Agua, muero de sed”, contesté. Al poco rato regresó con un plato de mermelada y una garrafa de agua. El dulce no me era necesario, ni podrí­a ingerirlo. Tení­a la mandí­bula apretada. Apenas una pequeña ranura dejaba pasar el agua. Bebí­, desesperado, parte del contenido de la garrafa y el resto hice que me lo vaciaran en la cara, para que me lavara la herida, casi desfallecido.
El médico dijo que la herida era mortal. El capellán estuvo a punto de darme la extremaunción… Entonces mis soldados me trasladaron a casa de una señora de apellido Berrnúdez, porque el tifus infectaba a los heridos en el convento y me hubiera terminado de matar. En mi nuevo alojamiento me trató el doctor Padilla, extrayéndome la bala a exigencia de mi tropa. Ellos me salvaron la vida.
¿Y cómo fue su convalecencia?
Recuerdo que las madres del convento que me habí­an tomado afecto, me enviaban allí­ la dieta. ¡Qué tortas! ¡qué dulces! Y aquí­ viene lo curioso: una vez convaleciente, iba a almorzar al convento y la madre superiora, muy seria, me habló un dí­a así­: «Teniente, usted ha renacido en este convento, verdad?”, “sin duda, reverenda; de aquí­ me recogieron casi cadáver y aquí­ me comenzaron a curar, a Ud. debo cuidados que no sabrí­a cómo agradecer”. “¿Y por qué no deja Ud. la carrera y se hace fraile?” Casi me caigo de espaldas de la impresión. Tuve que contener la risa: “¡Yo fraile, madre! No soy digno de vestir los hábitos…”.
Hube de apelar a todos mis recursos oratorios para hacer desistir a la madre. La pobre sufrió un desencanto. ¡Ya me veía con cabeza rapada, capuchón y sotana!
Mariscal, ¿cuál ha sido la época más feliz de su vida?
Los mejores dí­as de mi vida, durante mi juventud, por supuesto fueron los pasados en Arica, cuando estuvimos de guarnición, antes de la toma de Arequipa. Tuve gran partido entre las muchachas ¡me divertí­ mucho!
¿Mariscal, y el recuerdo más satisfactorio de su vida militar?
La campaña de La Breña, es, la página más honrosa de mi vida militar. No vacilo en proclamarlo yo mismo. Me enorgullezco de ella. Tengo muy presentes y me acompañarán hasta la tumba, todos los entusiasmos, todas las satisfacciones, todas las decepciones, y amarguras también, que experimenté durante esos tres años de constante batallar. Todos los que se agruparon a mí, para continuar la campaña y arrojar al odiado enemigo del país, aún después de los desastres de San Juan y Miraflores y la toma de Lima, rehuyeron ayudarme… Ambiciones, rencillas, pequeñas pasiones, todo se coaligó contra mí, que defendía la patria, cuando todos la dejaban abandonada al infortunio, el recuerdo de mis soldados y guerrilleros, el pueblo en armas, marchando entre punas y quebradas, airosos y bravíos, ellos fueron los grandes héroes anónimos que algún dí­a la historia reivindicará.
¿Cierto que el Kaiser, reconoció en Ud. al vencedor de Tarapacá?
Claro. Fui a la audiencia que pedí­a en mi carácter de ministro del Perú y el Káiser avanzó hasta alargarme la mano: “Tengo el gusto de estrechar la mano al vencedor de Tarapacá, esa gran batalla ganada después del desastre de San Francisco”. El Rey de España cuando me conoció, me dijo: “Se conoce que Ud. ha combatido siempre de frente, general”. Aludí­a a la cicatriz que llevó en el rostro. Y el de Italia: “Celebro mucho conocer al general que tantas glorias ha dado a su paí­s”.