SOLIDARIDAD CON FEDERICO GARCÍA HURTADO.
Por: Martin Guerra.
21 de setiembre de 2009.
Los que lo conocemos y lo respetamos sabemos que es un hombre de bien, un patriota y un intelectual comprometido con su pueblo y con su país. Federico García o Fico como le llamamos con cariño, ha renunciado por “pedido” del Rector de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, a la dirección de su Centro Cultural, denominado familiarmente por todos como “La Casona de San Marcos”.
¿Por qué ha sido presionado a renunciar? Pues porque en un ejercicio de su soberanía como persona libre e independiente y haciendo muy concientemente uso de sus derechos a la información, acudió a la presentación de un libro. Los contenidos de los apartados 3 y 4 del artículo 2° de la Constitución Política del Perú, lo respaldan, y aunque no habría necesidad de esgrimir la ley en un derecho tan obvio, lo haremos. Estos apartados rezan así: “Toda persona tiene derecho a:
1. A la libertad de conciencia y de religión, en forma individual o asociada. No hay persecución por razón de ideas o creencias. No hay delito de opinión (…)
2. A las libertades de información, opinión, expresión y difusión del pensamiento mediante la palabra oral o escrita o la imagen, por cualquier medio de comunicación social, sin previa autorización ni censura ni impedimento algunos, bajo las responsabilidades de ley” (…)”
Como señalamos, Federico García Hurtado asistió a la conferencia de prensa que se organizó en el Hotel Riviera con motivo de la presentación del libro de Abimael Guzmán, “De puño y letra”, junto a muchos profesionales, estudiantes y profesores, así como pueblo en general, interesados en conocer qué tenía que decir un personaje que representó políticamente a una organización que, aunque hayamos discrepado públicamente en varias ocasiones, forma parte de la historia del Perú, para bien o para mal. No reconocer eso es de histéricos, de cavernarios. Plantear la nulidad de un discurso aunque no nos guste, no por el esclarecimiento en las ideas o la derrota polémica, sino por el ocultamiento medieval y la negación mediática, es caer en la vieja costumbre criolla de “hacernos de la vista gorda”, es retomar los tiempos en que la Universidad Católica mantenía un Índex de libros que no deberían ser leídos por los estudiantes en calidad de prohibición, entre los que se encontraban “El Conde de Montecristo” de Alejandro Dumas, que habla de la justicia y la venganza, “Madame Bovary”, sobre el suicidio de una mujer que no soportó su época, y toda una serie de filósofos y políticos que plantearan alguna forma de cambió social o crítica religiosa, como Goethe, Sartre, Lenin, etc. El Índex luego de ilegalizado – siempre estuvo ilegitimado – perduró por décadas en los corazones y las formas de muchos profesores.
En fin, hacer cómo si el libro no hubiera sido publicado o lanzarse como un bárbaro a perseguirlo y quemarlo, usando el muy conveniente y cuestionado delito de “Apología del terrorismo”, es negar lo cierto y rehuir al debate y a la elucidación histórica. Eso no quiso hacer Federico García, ni sumergirse en el lodo troglodita que planteaba el desconocimiento, la idea preconcebida y la falsía. Por ello acudió a la conferencia de prensa, como ha estado varias veces en otras de diversa índole y estilo, de ciencia, arte, política y cultura en general, presentadas desde varias y diversas posiciones políticas.
No obstante, ha tenido que renunciar. Y el libro es perseguido. Pierde la democracia. Gana el fascismo. Nos preguntamos solamente y no de manera ingenua: ¿Por qué el libro de Vladimiro Montesinos, ese que escribió estando preso, se vende en todas las librerías del centro de Lima y en otras de la periferia? Sé por propia experiencia que es muy difícil de digerir el mamotreto, pero había que leerlo. Así como el libro de artículos recopilados de Alberto Fujimori, “El peso de la verdad”, vendido y distribuido en todo el país, donde no solo ejerce la opinión política, sino que crítica la política del Estado en su proceso y propone la insurgencia de sus seguidores. Pero nadie dijo nada entonces. Y continuarán sin decirlo.
¿Será por qué el libro de Montesinos no hace sino más que atacar al gobierno de la República Bolivariana de Venezuela, y el libro de Fujimori a la CVR? En todo caso el libro de Abimael Guzmán, “De puño y letra” y el de Víctor Polay, “En el banquillo. ¿Terrorista o rebelde?” (Con prólogo de Armando Villanueva), pertenecen a un tipo de literatura política aceptada y necesaria en cualquier país democrático, pues permite cierto contraste histórico en individuos que participaron en masivos movimientos políticos de la vida de un pueblo. Y ese ha sido el caso de ambos sentenciados.
Por otro lado, los que conocemos y respetamos a Fico, estamos al corriente de su ácida crítica a las posiciones y acciones del autor del citado libro. Los que lo han escuchado en charlas o conferencias, los que han puesto atención al guión de sus películas, y los que han leído sus artículos, también lo entienden.
Sin embargo, parece que estamos en la época del regreso del Índex, de la hipocresía política y de la fascistización.
Como se observa, Federico García no burló ninguna ley, ni tampoco los que publicaron el libro, como bien lo ha explicado en artículo del 13 de este mes, Dante Castro. Sin embargo, presionado por el Rector de la Decana de América, el conocido cineasta, autor entre otras, de la célebre película “Túpac Amaru”, ha tenido que renunciar, por su dignidad como hombre de pensamiento libre, de patriota y de intelectual al servicio de las causas populares. Con este capítulo, la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, termina de sumarse al discurso oficial y coloca su voz al tenor de la escalada de criminalización de la protesta y ahora del pensamiento y de la información, de las cuales el gobierno de Alan García hace gala.
Esa es la labor del periodicucho Correo, que en sus páginas 12 y 13 del día 17 de este mes, y bajo el nombre ficticio de “Unidad de Investigación”, es decir “Servicio de Inteligencia”, presenta una pésima fotografía del auditorio de la conferencia de prensa, en donde señalan la presencia de García Hurtado entre otros “académicos sanmarquinos”. Lo que buscaban, era arrebatarle la dirección de La Casona al hombre que no sólo la acercó al pueblo en su temática, sino al que la dotó de una dinámica de trabajo artístico y cultural verdaderos. Durante su gestión, se homenajeó a la hija de Ernesto Che Guevara, doña Aleida Guevara March, de igual modo se hizo con el cantautor cubano Silvio Rodríguez. El analista político internacional Heinz Dieterich presentó su libro, el pintor peruano Bruno Portugués expuso sus entrañables pinturas. Allí se acompañó a Alejandro Romualdo en su último día antes de asumir la eternidad. Y así, un sinnúmero de actos culturales que no se tiñeron del discurso oficial del pensamiento único, del fin de la historia de los pueblos.
De ninguna manera La Casona se centró tan sólo en las personalidades de izquierda, también supo recibir a Mario Vargas Llosa y escuchar lo que tenía que decir. En esa tónica de atender para saber, para rebatir correctamente, para asimilar, que es la que debe caracterizar al pensamiento crítico, al ejercicio científico. Nos imaginamos que todo esto molestó demasiado a los “reporteros” del Servicio de Inteligencia y a su acreedor Aldo M.
Federico García no ha faltado a la Constitución al asistir a la conferencia de prensa que presentó el libro de Guzmán, tampoco ha faltado a su labor como difusor cultural y como intelectual, más bien la ha enaltecido. Menos aún ha convertido su participación y la de La Casona en un monopolio de sus amigos y compañeros, todo lo contrario.
¿Qué acción ilegal o antiprocedimental cometió Federico García? Ninguna. ¿En qué acción inmoral intervino? En ninguna. Más bien el actual gobierno incurre cada vez más en la ilegalidad y en la inmoralidad, así como su prensa servil. Lo lamentable de todo esto es que el centro cultural de la primera universidad del país pierda a quien lo ubicó con sobriedad y altura, como uno de los centros culturales más importantes y libres del continente.
Esa debe ser la más importante conclusión. Nosotros, seguiremos atentos para ver a quiénes más se sancionará de una u otra forma sólo por construir país y actuar dentro de la ley, la conciencia y la inteligencia.
Sabemos de antemano que Federico sabrá aquilatar ahora el tiempo libre, ese que tanto añoraba para poder realizar su trabajo de artista y al qué tantas horas le fue robado por la delicada y difícil tarea de hacer y divulgar cultura en el país.
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