Reseña de Conflicto y
reformas en la educación (1986-2010), de Jose Ramón Rodriguez Prada
¿Qué pasa con la educación
secundaria ?¿Qué educación tenemos y qué educación queremos?
Conflicto y reformas en la educación (1986-2010). Los años decisivos: de la rebelión estudiantil a las consecuencias de la LOGSE, de Jose Ramón Rodriguez Prada, Traficantes de sueños, Madrid, 2012. |
El libro
publicado por Traficantes de sueños merecería tener una buena difusión,
ya que es un buen documento de trabajo para una reflexión en profundidad sobre
la situación de la educación secundaria en nuestro país. Una de las ventajas del
libro es que su autor es uno de los actores del conflicto. Esta misma situación
favorable la presento también yo como autor de este comentario crítico. Tanto él
como yo hemos vivido, como profesores de instituto de izquierdas, la experiencia
directa de los discursos y las prácticas de las que habla el libro. Me gustaría
más entender este comentario como un diálogo con José Ramón Rodriguez Prada que
como una simple reseña. Sobre todo porque la Ley Wert ha hecho perder la
perspectiva a un buen sector de la izquierda. Parece que estamos frente a una
ley reaccionaria delante de una educación que era básicamente progresista.
Seguramente Rodriguez Prada, con el que comparto algunas opiniones y polemizo en
otras, estará de acuerdo en este juicio. Me parece que la LOMCE forma parte del
proceso que se inició a finales del franquismo y que se ha mantenido hasta la
actualidad. Ha habido desplazamientos, pero no rupturas. Es un sistema educativo
que ha respondido siempre a las exigencias del desarrollo del capitalismo en
nuestro país. Es una política educativa clasista que ha financiado a los centros
privados (con el eufemismo de “concertados”) en detrimento de la educación
pública. Es una política educativa que no se ha enfrentado nunca realmente al
poder de la Iglesia en nuestro país, ni en el tema de la enseñanza religiosa en
los planes educativos ni en la financiación de sus centros educativos. Que la
Ley Wert empeora las cosas es cierto, pero solo esto. El libro, afortunadamente,
nos permite una perspectiva mucho más amplia y radical que la simple crítica a
la Ley Wert.
El libro, claro, riguroso y escrito desde una posición de izquierda, presenta una serie de hipótesis que me gustaría sintetizar bien. Yo creo que son estas: 1) Hubieron unos años muy combativos de movilización de estudiantes y profesores de secundaria.En estas luchas se buscaba la mejora de la enseñanza secundaria pública y de los profesionales que trabajaban en este sector. Las formas de las que se dotaron fueron las asambleas y las coordinarias, o sea la autorganización y la autogestión. 2) Los sindicatos eran inicialmente marginales y no dirigieron la lucha. Progresivamente la manipularon al servicio de sus propios intereses. Hay un lobby sindical aliado con las autoridades académicas que básicamente quiere mantener su poder y sus privilegios. 3) La LOGSE fue una ley clasista y reaccionaria condenada al fracaso. Esta era la continuación y no la ruptura con la la Ley General de Educación de los últimos años del franquismo. Tanto la una como la otra responden a un intento de adaptar las leyes educativas a las necesidades del sistema capitalista, aunque ni tan sólo fue efectivo para estos objetivos. El resultado ha sido un fracaso pedagógico y social que ningún gobierno tiene voluntad política de corregir. 4) Los gobiernos del PSOE y el PP han potenciado los centros concertados para favorecer los negocios de la Iglesia. Los conflictos puntuales que tenía el PSOE con la Iglesia (enseñanza de la religión, ciudadanía) han tenido un carácter secundario. El PP representa directamente los intereses eclesiásticos en la educación. 5) El futuro es incierto, pero hay que ser pesimista: tanto las políticas educativas del PSOE como del PP tienen un carácter clasista, reaccionario y además ineficaz. Los intereses creados del capital financiero y de la Iglesia son los que finalmente determinan las políticas de los gobiernos, tanto el central como los autonómicos. 6) Lo deseable sería una educación pública a todos los niveles de calidad y en la que no hubiera ningún tipo de selectividad.
Quizás haya otras hipótesis importantes, pero me gustaría centrarme en estas para mi reflexión crítica. Hay que decir, de todas maneras, que José Ramón Rodriguez Prada ha sabido situar el contexto social, económico y cultural de cada momento. De todas maneras creo que hay que hacer dos correcciones respecto a sus previsiones. La primera cuando dice que la población inmigrante sgirá aumentando. Creo que las últimas cifras y la propia lógica de la crisis y de su gestión por el gobierno del PP van en sentido contrario. La segunda cuando dice que la tendencia del alumnado es a abandonar los estudios. Por las mismas razones (crisis y su gestión) muchos jóvenes continuan estuidando al no tener otras expectativas o incluso vuelven a los estudios cuando se quedan sin trabajo. También se equivoca cuando dice que no hay estudios sobre resultados académicos y desigualdad social. Por lo menos, en el caso de Cataluña sí los hay (el más conocido es el de la "Fundación Jaume Bofill") y los resultados son claros. Esta pùntuación me sirve para señalar que el autor está quizás demasiado limitado por conocer la situación de la comunidad autónoma de Madrid, que en algunos casos es extrapolable y en otros no tanto.
La hipótesis 1 y la primera parte de la 2 hacen referencia a las luchas estudiantiles y del profesorado, sobre todo las del curso1986-7 estudiantes) y 1987-8 (profesores). La hipótesis 3 y 4 hacen un diagnóstico sobre el estado de las cosas, a partir de la cual prevee la hipótesis 5. La segunda parte de la hipótesis 2 hace referencia al papel de los sindicatos. La hipótesis 6 formula los deseos del autor.
Empezaremos por el tema de la lucha estudiantil y del profesordo. He de decir que me incorporé al sistema educativo público el curso 1987 por lo que no pude conocer de primera mano las luchas de 1986. De todas maneras me parece que hay por parte del autor una idealización clara de las luchas estudiantiles. Toda mi experiencia posterior (25 años) me ha enseñado lo que son las luchas de los estudiantes de secundarias. Hay una minoría politizada que lleva la iniciativa, otra minoría que se resiste porque no quieren perder clases y una inmensa mayoría que se deja llevar, la mayoría de las veces por el criterio hedonista de no hacer clases. Esto es lo que hay y seguramente no puede ser de otra manera. Los adolescentes de 14 a 18 años normalmente no están politizados, en la mayoría de los casos ni tan sólo saben porque hacen huelga. Esto quiere decir que las huelgas de estudiantes (seguramente podríamos generalizar pero me centraré solo en el tema de secundaria) no implican un grado de conciencia y un compromiso de lucha por parte de la mayoría de los participantes. No arriesgan nada y lo que pierden sólo es valorado por los estudiantes más responsables, que son una minoría. Para los demás perder clases es un premio más que un castigo. Esto sería un matiz, una duda, que planteo al análisis algo triunfalista de Rodriguez Prada.
Respecto a la lucha del profesorado, en la que sí participé, me parece que su análisis es bastante fiel, aunque también algo optimista. Fue una lucha dura, pero no todos los profesores lo hicieron de la misma manera. Los que seguimos la lucha de una manera coherente perdimos una buena parte de nuestro sueldo aquel año. Tiene razón también cuando habla de la tendencia a la autoorganización del movimiento y del papel oportunista d elos sindicatos al intentar dirigirlo. Lo cierto es que CCOO capitalizó en buena parte el movimiento. Pero aquella lucha era para mejorar las condiciones de trabajo, lo cual era perfectamente legítimo, y no para mejorar la enseñanza pública. La relación entre una cuestión y la otra no es directa, ni mucho menos. Algunos profesores, valga la ironía, utilizaron el aumento de sueldo para llevar a sus hijos a la concertada. En todo caso sirvió para conseguir unas condiciones de trabajo dignas (que por cierto ahora vamos perdidendo a apasos agigantados).
Podemos entrar ahora en el diagnóstico de lo que ha sido la política educativa desde la Transición, en los sucesivos gobiernos PSOE-PP y en sus aplicaciones autonómicas. En realidad, aunque hay diferencias, podemos hablar de un proyecto global. Este proyecto pasa por : 1) Una Ley de Educación, la LOGSE, que como dice el autor es una continuación de la LGE aprobada al final del franquismo. La LOGSE ha sido reformada por sucesivos gobiernos pero nunca cuestionada a fondo. Esta Ley supone ampliar la educación obligatoria hasta los 16 años (continuando con lo que había hecho la LGE hasta los 14 años). Hay una concepción pedagógica basada en dar prioridad a los procedimientos más que a los contenidos y en considerar que hay que pasar de la instrucción a la educación. Apuesta también por la enseñanza comprensiva, que plantea que la enseñanza obligatoria ha de ser universal. Por atención a la diversidad se entiendo poner los medios para facilitar este proceso a los que tienen dificultades. Personalmente soy muy crítico con esta ley pero creo que hay que matizar la valoración negativa del autor del libro. Hay detrás una propuesta pedagógica que se considera progresista : no es discriminatoria porque no separa alumnos. La idea es buena pero la práctica nos ha demostrado que no es viable. No es viable porque los alumnos tienen intereses y capacidades diferentes. Hay que hacer itinerarios flexibles para orientar según estos intereses y capacidades porque de otra manera segregas al alumno en la propia aula. Dado que los que diseñan los planes educativos y los que las gestionan no tienen una experiencia de lo que es un trabajo en el aula son capaces de alimentarse de sus propios mitos. Pero es que además la LOGSE se hizo sin una financiación adecuada, con lo cual los problemas se agravaron porque no se pudo atende ra la diversidad. Separar no es discriminar en el sentido negativo. Quizás partimos de nuestros propios prejuicios al considerar que es mejor una formación teórica que una práctica. Era necesario una transformación que dignificase la formación profesional. Pero esto si significaba una fuerte inversión y el mantener el axioma de la LOGSE si permitía justificar al PSOE esta falta de inversión. La LOGSE ha fracasado por la falta de recursos pero sobre todo por unos planteamientos poco realistas. Este fracaso lo han pagado básicamente los hijos de obreros, que forman parte de la inmensa mayoría de los que no tienen el graduado social. De todas maneras hay que analizar diferentes cambios introducidos por la LOE del Gobierno Zapatero, como la posibilidad de una formación ocupacional a alumnos que repiten primero de ESO sin resultados positivos. También la idea de competencias básicas como prioridad educactiva merece algo más que una descalificación rápida.
Las críticas de los profesores a la LOGSE han sido a veces razonables y a veces no tanto. Mucha veces lo que se reivindicaba era un sistema más selectivo y una pedagogía más tradicional. Iniciativas como las de la Red Ires son, en sentido, interesantes porque son propuestas innovadoras. 2) Esto enlaza con el tema de los centros concertados. Lo podemos decir claramente : los centros concertados han sido y son una estafa social. Un estafa social para la inmensa mayoría de la clase trabajadora y para el sector de la clase media que cree en la enseñanza pública. Una enseñanza pública de calidad quiere decir centros públicos con recursos adecuados, tanto humanos como materiales. El dinero público debe ir a estos centros. Los centros concertados deben ser una excepción justificada. Pero deben cumplir con las condiciones de un centro público, empezando por la gratuidad. Pero los centros concertados se han convertido en centros privados subvencionados. Es decir, que el estado paga a los que no quieren ir a centros públicos. ¿Quien sale ganando? Las clases medias y algunos sectores de las clases trabajadoras que se lo pueden permitir que optan por la enseñanaza privada. ¿porque optan por la enseñanza privada? Porque es selectiva y porque tiene una estructura más jerárquica. Es una apuesta contra la enseñanza pública, que se condena a ser un un centro asistencial para famílias sin recursos. Lo grave del asunto es que la mayoría de dirigentes políticos del PSOE (no hablemos de la derecha porque en este caso son coherentes) e incluso de dirigentes sindicales llevan a sus hijos a la concertada. La concertada ha creado una triple red educactiva : privada para las clases altas (incluso a veces concertada, ya que por lo menos en Cataluña se han concertado centros claramente elitistas, del Opud Dei o laicos); concertada para las clases medias y los trabajadores que se lo puedan permitir y pública para los inmigrantes pobres, las clases trabajadoras no cualificadas y los grupos marginales. Son las clase medias y trabajadoras con posiciones po-líticas de izquierda consecuentes los que han mantenido la pluralidad de alumnos de la pública. La otra dimensión del problema es, por supuesto, el apoyo explícito a la Iglesia a través de sus centros educativos. 3) La enseñanza de la religión continua siendo una claudicación del PSOE. Desde un punto d evista laico y republicano está claro que la enseñanza religiosa debe impartirse en otros ámbitos, es decir en las catequesis.
Respecto al papel de los sindicatos me parece que hay que evitar tanto el elogio como la descalificación total. Los sindicatos han jugado un papel de resistencia respecto a la arbitrareidad de los gobiernos. Este es su papel positivo, en algunos casos más claro que en otros. Pero hay que criticarles en su conjunto por falta de imaginación, por oportunismo y por dogmatismo. Este dogmatismo, sobre todo en el caso de CCOO y STE(s) lo encontramos en su defensa de la LOGSE.
También es muy discutible la propia representatividad sindical, al margen de los centros y con delegados sindicales que se burocratizan acumulando horas. En el caso de Cataluña algunos dirigentes sindicales han utilizado estos cargos para colocarse en el Departamento de educación cuando lo dirigía ERC (en el caso de la USTEC) y el PSC (en el caso de la UGT). CCOO no lo ha hecho porque no ha podido (no ha estado ligado a un partido que tuviera poder insticuional) pero sus dirigentes (Lezcano, Gallego) han utilizado su paso por enseñanza para colocarse en la burocracia dirigente del sindicato. Otro error de los sindicatos ha sido su defensa del Cuerpo único de enseñanza no universitaria y su rechazo de la promoción docente. Hay detrás un falso igualitarismo, que Rodriguez Parada no critica, aunque sí lo hace, sorprendentemente, con el proyecto de desaparición del cuerpo de catedráticos ( restablecido por el PP). ¿Porqué incluir en el mismo cuerpo a maestros, profesores de secundaria y profesores de FP, con titulaciones y formas de acceso diferentes, y no a los universitarios? Respecto al tema de la promoción docente no se entiende porque es una propuesta que se aplica sólo en el sector de la enseñanza. ¿Es justo y beneficia a la enseñanza pública los que trabajan mejor y los que lo hacen peor?. Es esta una problemática compleja en la que hay que entrar, empezando por cuestionar el mismo estatuto de funcionario tal como se entiende hoy.
Otra cuestión es el tema de la formación, que como bien comenta
el autor del libro, es la excusa de mal pagador de las autoridades. Ciertamente
que los cursos de formación han sido pensosos para los profesores en activo y
que el CAP ha sido, dependiendo de la Comunidad autónoma, o directamente un
desastre o cuanto menos insuficiente (en el caso que conozco de Cataluña). Pero
el Máster actual es directamente una forma oportunista de sacar dinero sin dar
ninguna preparación seria.
El último tema al que quería referirme es el de la selectividad. La postura de Rodriguez Prado es absolutamente contraria. Evidentemente la selectividad está mal planteada pero la Universidad tiene una función ligada a la investigación o a un trabajo futuro. Entender la Universidad como un lugar de formación me parece insostenible, auqnue esto sea otro debate.
De todas maneras hay una reflexión en profundidad sobre lo que es y lo que queremos que sea hoy, desde una perspectiva emancipadora, el sistema educativo. Hay una realidad ambivalente, que es que el sistema educativo de los países europeos es al mismo tiempo un sistema disciplinario y una conquista de cara a la igualdad de oportunidades. Hay también un hecho, que es que hemos pasado de una sociedad disciplinaria (basado en el encierro, una de cuyas fases es la escuela, como bien nos mostró Foucault) a una sociedad de control. Las instituciones, con su nuevos métodos educativos (formación permanente, evaluació continuada) ya intentan hacer esta transformación. El tipo de educación que quiere la izquierda emancipadora es algo que necesita un largo y radical debate. La educación ha de ser pública, laica y con recursos. Pero esta demanada no es suficiente porque es el mismo concepto de educación el que debe inventarse.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del
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