Enrique Marchan en los años de 1975-76, como muchos provincianos,
llegó a la Cantuta para estudiar Educación, ingresando en los primeros puestos
a dicha universidad, compartimos los primeros ciclos, hasta la intervención
militar. Dormíamos en el mismo pabellón que tomamos los “cachimbos” a la fuerza
porque no teníamos donde dormir. Como todos los internos; desayunábamos,
almorzábamos y cenábamos; éramos todos como hermanos, pasamos todos juntos
Navidad y Año Nuevo. Todo lo que mirábamos eran nuestros, su amanecer con
cánticos de pájaros en vuelo y su aroma puro; eran nuestros. Nuestras sus
montañas, los árboles, el río, las flores, el riel del tren.
La universidad era nuestra. En ese ambiente se desarrolló Enrique
Marchan, él era ordenado, muy pero muy aseado, a pesar del agua que salía con
fuerza y bien helada; era siempre el primero en entrar a la ducha todos los
días. Hasta que una noche Patria Roja nos lanzó una bomba molotov, a nuestro
pabellón, donde los compañeros A. M. y Enrique Marchan llevaron la peor parte,
los asistí, a Enrique lo llevé al centro de salud de Chosica donde lo
atendieron, y luego con el compañero A. M. quien tenía parte de su espalda
quemada, bajaba conmigo a todos los salones de la universidad denunciando este
acto criminal de Patria Roja.
Enrique amaba sus estudios, se envolvía en amanecidas con los libros
de nuestro Amauta Mariátegui, y de nuestro profesor, nuestro Hermano Mayor que
nos enseñaba Didáctica, Walabonso Rodríguez: Teoría de la Educación y Pedagogía
General, entre otros, le gustaba La madre de Máximo Gorki, Así se templó el
acero de Nicolai Ostrovski, Principios elementales de filosofía de Georges
Politzer, Los conceptos elementales del Materialismo Histórico de Marta
Harnecker. Él, Enrique, siempre destacaba sin proponérselo, era solidario, y
recíproco con todos, no hacía distinción con sus compañeros.
Hoy las banderas del magisterio del Cono o Lima Sur se inclinan ante
la memoria de un hermano Maestro, que siempre se identificó con su profesión
por su alta vocación de servicio, son más de 30 años ininterrumpidos que aportó
entre sonrisas y lágrimas a esta profesión incomprendida por la clase
dominante. Para nosotros, sus compañeros de estudio, y sus colegas, él no ha
muerto, está en el más allá y desde allí el vigilará nuestro camino y cuidará
de nosotros. Y no ha muerto Enrique Marchan, porque cuando muere un verdadero
maestro se abre un nuevo camino de paz, justicia y vida, cuando muere un
maestro termina de tejerse en el horizonte del tiempo su pensamiento liberador,
cuando muere un maestro, colegas, vive, eternamente.
Sus restos se están
velando en Sector 6 grupo 9 Manzana "M" lote 18 Villa El Salvador
(Barrio Magisterial) y su entierro será el día de mañana (Jueves 13 de Agosto) al mediodía.
Jimmy Calla Colana
Profesor de Primaria y poeta marginal del
Fango-Callao
1 comentario:
gracias por publicar esta elegía a mi compañero de estudios Enrique Marchan, les reitero mis condolencias a sus familiares.
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