(@DIN). El precandidato por el Partido Demócrata a la presidencia de Estados Unidos, Barack Obama, prometió esta mañana que si es elegido Presidente, en su primer año de gestión reavivará el proyecto de reforma inmigratoria que contemple la residencia permanente para los 12 millones de indocumentados en el país. Deportar a 12 millones de personas no es aceptable, comentó el aspirante demócrata.
Anoche Barack Obama consiguió los 2.118 delegados necesarios para su nominación a la candidatura del poderoso Partido Demócrata a la presidencia. Esta es la primera vez en toda la historia de este país que una persona de color puede acceder a un puesto de tal categoría social.
En tanto Hillary Clinton buscaba el lenguaje más digno para reconocer su derrota y hacía saber que estaba dispuesta a ir como vice en una fórmula demócrata.
El joven político negro Barack Obama conseguía anoche, tras una ardua jornada, el respaldo de un número suficiente de superdelegados para asegurar técnicamente una victoria que por la tarde ya se daba por garantizada.
Al mismo tiempo, se contaban en Montana y Dakota del Sur los votos de las dos últimas primarias, donde se descontaba su victoria. Clinton hizo esas afirmaciones durante una teleconferencia con legisladores por Nueva York y el equipo de campaña de Obama no emitió ninguna declaración al respecto. Sin embargo, en el discurso que dio anoche en Nueva York solamente dijo que necesitaba pensar qué hacer en el futuro. También agradeció a los 18 millones de personas que la votaron y prometió trabajar para reformar el sistema de salud.
Casi 38 millones de norteamericanos votaron durante seis meses en los 50 estados del país y el resultado fue la nominación, por primera vez en la historia, de un candidato negro a la presidencia de Estados Unidos, a costa de la primera mujer también con aspiraciones para ese cargo.
Tanto ha sido el simbolismo de esta campaña, tanta y tan prolongada la tensión de cada día, que ahora, al llegar a la meta, con los dos candidatos exhaustos y media nación absorta ante el acontecimiento, cuesta medir su verdadero alcance.
Hasta el último segundo, Obama, que iba a pronunciar su discurso de victoria en el mismo escenario de Saint Paul (Minnesota) en el que el Partido Republicano celebrará en setiembre su convención nacional, dudaba sobre la manera más adecuada de proclamarse ganador en un espíritu de concordia y reconciliación partidaria. Clinton, que se ponía bajo los focos por última vez en su ciudad, Nueva York, marcaba las líneas de su futuro político ahora que su representación terminó.
Durante todo el día de ayer, las noticias sobre la suerte de la campaña se sucedían a ritmo vertiginoso. La agencia Associated Press anunció al mediodía que Clinton admitiría por la noche su derrota. El presidente de la campaña de la senadora, Terry McAuliffe, lo desmentía unos minutos después, pero con un lenguaje lo suficientemente alambicado como para dejar todas las opciones abiertas.
Las cadenas de televisión actualizaban al segundo la cifra de delegados que separaba a Obama de la nominación como en la emocionante cuenta atrás de un lanzamiento al espacio. Uno por uno, los superdelegados (los notables del Partido Demócrata) iban pasándose al bando de Obama.
Los pasillos del Capitolio fueron durante toda la jornada un hervidero de gestiones de parte de los congresistas demócratas más influyentes sobre cómo manejar esta situación.
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